sábado, 26 de marzo de 2011

OSWALDO GUAYASAMÍN


J.J.D.R
Oswaldo Guayasamín nació en Quito (Ecuador) un día 6 de julio del año 1919. La ciudad andina de la mitad del mundo vio nacer al que será considerado uno de los grandes genios del arte contemporáneo. Su padre era indígena de ascendencia quichua y su madre mestiza. Oswaldo Guayasamín siempre se sintió orgulloso de sus raíces, que nunca dejo a un lado, sino todo lo contrario, dedicó gran parte de su vida en buscar a través de su obra la profundidad de sus raíces andinas.


EL GRITO

La infancia de Oswaldo resultó dura y nada confortable.
Su padre era carpintero, pero el jornal ganado en la madera, nunca sufragó las necesidades que requería mantener diez hijos y el transcurrir del tiempo le llevó a desempeñar trabajos de taxista y camionero.
Pero la miseria nunca pasó de largo por la casa de Oswaldo.
Con tan sólo ocho años ya demuestra sus dotes artísticas. Hace retratos de los profesores y de sus compañeros y, rápidamente, su habilidad para con el manejo de los útiles de dibujo impresiona a los que le rodean. Animado por las alabanzas que le propinan, comienza a diseñar pequeños cuadros de cartón que vende entusiasmado ganándose alguna que otra moneda.


Decidido a ingresar en la escuela de bellas artes, tendrá que luchar primero contra la negativa de su padre. Aún así, decidido a no dejar a un lado la ilusión de su vida, se matricula en la Escuela de Bellas Artes de Quito, dónde perfilará sus dotes de maestro y cultivará la raíz magistral que lleva dentro que no tardará en nacer de su pincel exquisito y desgarrador.
En 1941 se matricula en pintura y dibujo. Su sueño se ha hecho realidad. Tan sólo un año después, con 23 años, consigue exponer sus primeros cuadros.


El impacto de su obra crea incertidumbre y numerosas quejas por parte de críticos del arte. Pero su talento no pasa desapercibido. La fuerza de sus creaciones es magnífica, rompe con el orden definido, dibuja en el panorama artístico del momento una forma nueva, definida y personal, que soslaya cualquier crítica e impacta de lleno en el espectador. El magnate y multimillonario Nelson Rockefeler queda maravillado con la exposición y compra varios cuadros.

La vida artística de Oswaldo Guayasamín a comenzado, a partir de entonces la trayectoria de sus siluetas sobre el lienzo se ganarán el favor del público de medio mundo. En 1952 ganó el premio de la Bienal de España con 33 años y, poco después, el Gran premio de la Bienal de Sao Paulo.
Su carácter luchador e inconformista le hace valerse de la amistad de grandes personajes que le acompañaran a lo largo de su vida. Figuras como Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Fidel y Raúl Castro, Francois Miterran o Rigoberta Menchú, serán admiradores de su obra y realizará de ellos magníficos retratos.

LA TERNURA

Sus viajes por Perú, Ecuador, Brasil, Argentina, Chile o Uruguay, marcarán su visión del continente, que reflejará posteriormente en sus obras. El sentir de su pueblo, las miserias del hombre, la pobreza y las injusticias, las raíces de un continente marcado por el dolor, serán plasmados por Oswaldo en sus cuadros con la crudeza y violencia del un sentimiento irrefrenable de narrar el horror del ser humano;
Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el hombre hace contra el hombre”.


Fue elegido en 1971 presidente de la casa de la cultura Ecuatoriana. En 1976 creó la fundación Guayasamín en Quito, donando sus obras y colecciones como patrimonio para su pueblo. Los premios se multiplican en la vida de Oswaldo. Por todo el mundo recibe condecoraciones artísticas, así como títulos de Honoris Causa tanto en América como en Europa. Países de todo el globo le rinden homenaje. Desde Rusia a China, de México a Cuba, México, Italia, Colombia, EE.UU y España, por citar algunos. Precisamente en España en 1978 es nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, un año después, miembro de honor de la academia de Artes de Italia. En 1992 recibe el premio Eugenio Espejo, máximo galardón cultural del gobierno de su país.


Como muralista, sus obras están repartidas igualmente por medio mundo, decorando museos, parlamentos o, como en el caso de París, la sede de la UNESCO.
En el año 1996 comenzó un proyecto que denominó “Capilla del Hombre”. Un espacio cultural donde contemplar arqueología, arte colonial, arte contemporáneo y su propia obra. 

CAPILLA DEL HOMBRE

Desgraciadamente no pudo ver completado su sueño. El día 10 de marzo de 1999, a la edad de 79 años, fallecía el maestro. Sus restos fueron depositados bajo un árbol que plantó tiempo atrás en un rincón de su casa, y que ahora es conocido como árbol de la vida.


Sobre la loma de Guanguiltagua, junto al parque Metropolitano de Quito, hoy se extiende sobre una superficie de 20.000 metros cuadrados el proyecto finalizado de Guayasamín “Capilla del Hombre”. Distribuido en varias zonas la vida del artista se respira en cada rincón. La capilla del Hombre, la Casa Taller de Guayasamín (donde pintaba y esculpía), el museo de la fundación y por último el árbol de la vida.

OSWALDO GUAYASAMÍN

Su pintura tuvo varias fases bien definidas; La primera Retrospectiva, Huacayñán, La edad de la ira, La ternura (dedicada a su madre y a todas las madres del mundo), Paisajes y flores, Retratos, Murales y por último sus esculturas.

MURAL

Fue estando de vacaciones en Ecuador, concretamente en San Isidro provincia de Manabí, cuando conocí de la obra de Oswaldo Guayasamín. Perdido entre un maravilloso paraje de verde follaje y lomas empinadas, disfrutaba de un maravilloso día de campo en la finca de un conocido. Bajo la grata y siempre dispuesta hospitalidad de la gente Ecuatoriana, nos disponíamos a comer cuando un enorme y colorido cuadro llamó mi atención. Sobre un fondo negro, dos torsos desnudos se abrazaban, pintados con tonalidades de colores vivos y llamativos. Resaltaban del cuadro unas enormes manos que acariciaban el cuerpo de una muchacha. Del conjunto del cuadro me llamó poderosamente la atención la composición artística de las manos. Eran manos grandes, de enormes dedos, manos desgarradoras, falanges gigantes llenas de vida. Pregunté por el autor de la obra y nuestro amigo me dio su nombre; Oswaldo Guayasamín, me dijo, un gran pintor Ecuatoriano.


La imagen de aquel cuadro me impresionó. Más allá de su belleza, fue su fuerza y el detalle marcado de aquellas grades manos de gigante lo que me perturbó y quedó marcado en mi memoria. Pensé entonces que a mi llegada de vuelta a casa, averiguaría mas cosas sobre su autor.
Cuando de vuelta a España llegamos a Madrid, he de reconocer que, tras unas vacaciones inolvidables, mi mente estaba ocupada en miles de recuerdos y gratas alegrías que guardaba en el corazón, en mi cabeza y algunas en la maleta.

AUTORETRATO

Fue entonces cuando, de nuevo, las mismas líneas agigantadas y figuras deformadas aparecieron delante de mí en la Terminal T4 del aeropuerto de Barajas.
Un enorme mural de 120 metros cuadrados de acrílicos y polvo de mármol me dieron la bienvenida. Era Guayasamín otra vez. De nuevo me perturbó su pintura y su grandeza, y de nuevo frente a mí brillaba la obra del maestro Ecuatoriano.
Fue entonces cuando decidí saber más de él.
Fue entonces... cuando tuve la fortuna de haberlo hallado.







1 comentario:

  1. Anónimonoviembre 09, 2011

    ¿Cuál es el nombre de la segunda imagen, de los amantes? Gracias

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