J.J.D.R.
Una grieta profunda y vertical parte la tierra y abre las puertas de un mundo subterráneo. La penetrante oscuridad del subsuelo, ciega momentáneamente al visitante. En pocos segundos la vista se agudiza y mientras se camina dificultosamente por la gruta, comienza a sentirse el silencio, la humedad y el descenso de la temperatura.
LARVAS LUMINOSAS DE WAITOMO |
De pronto algo llama poderosamente la atención al excursionista. Un débil resplandor centelleante emerge desde una sala situada a pocos pasos. Cuándo se cruza el umbral que da acceso a la gran sala de la caverna, el enigmático resplandor se transforma enseguida en un denso y fluorescente manantial de luz y color que ilumina la cueva como si estuviera decorada de pequeñas guirnaldas y farolillos.
En ése instante la vista se clava en la cúpula calcárea de la gruta, y el desconcertante asombro surge al comprobar que el causante de tan magnífico espectáculo, no es otro que las larvas de un minúsculo animalito que iluminan la sala.
Su nombre, Arachnocampa luminosa. Su extraña y fascinante cualidad, producir una reacción química de la luciferina, componente generado por una encima llamada luciferasa. Para mayor asombro, cuando las larvas de esta especie autóctona de Nueva Zelanda están hambrientas, que suele ser en todo momento, mayor es la cantidad de luciferina que generan creando un maravilloso escenario de luz en las cuevas de Waitomo. Al emitir luz atraen a sus presas hasta que caen en las redes tejidas con un hilo mucoso y pegajoso del que ya no saldrán con vida.
ARACHNOCAMPA LUMINOSA |
Waikato es una región de la isla del Norte en Nueva Zelanda de ricas y fértiles tierras de cultivo, sobretodo de patatas, las cuales están consideradas como excepcionales. El río Waikato atraviesa la región durante 425 kilómetros, convirtiéndose en el río más grande de Nueva Zelanda. En un punto del recorrido, sus aguas pasan a formar parte del ecosistema subterráneo de las cuevas de Waitomo. La cueva de Waitomo, en Maorí Wai-aga (agua) y tomo (agujero), fue descubierta por Tane Tinorau jefe maorí de la localidad en el año 1887. Asombrado por la belleza de la gruta, rápidamente se dio cuenta de la importancia de dicho descubrimiento y de los dividendos que podría adquirir gestionando las visitas a la cueva. Un año después, junto con su esposa Huti, abrieron la cueva para mostrársela a exploradores y al público en general. En el año 1906 la cueva pasó a ser gestionada por el gobierno de Nueva Zelanda, abriendo en 1910 un centro para la atención de los visitantes. La gestión administrativa de las cuevas ha permanecido en manos gubernamentales hasta el año 1989, fecha en la cual, fue devuelta a los descendientes del jefe maorí quienes actualmente llevan a cabo su gestión.
REGIÓN DE WAIKATO |
La extensión subterránea en la que se encuentran las cuevas descubiertas es de tres kilómetros. Pero los expertos creen que el área puede alcanzar una extensión de 9,7 kilómetros cuadrados de galerías, grietas y salas aún sin descubrir. En total, hasta la fecha, se han contabilizado unas 300 cuevas. Las más populares son las mencionadas de Waitomo. La cueva Arauni, fue descubierta por el maorí Ruruka Arauni en un día de caza y es sumamente bella. Destaca también la inmensidad de la cueva de Wetas. La cueva Mangapu posee un pozo de cien metros conocido como Lost World. Pero imprescindible es recorrer, justo en el último de los tres niveles de la cueva de Waitomo, la sala conocida como La catedral, recorrido que se realiza en barca y en el cual se puede apreciar la belleza de las composiciones de luz que realizan en su cúpula los gusanos luminosos.
LA CATEDRAL |
Actualmente las cuevas están monitorizadas para preservar la temperatura y humedad de las mismas, aspecto esencial para la supervivencia de las especies endémicas que han hecho de las cuevas su hábitat natural durante milenios.
Miles de estalactitas y estalagmitas decorar las techumbres de las cavernas. Cientos de restos fósiles semienterrados se esparcen por doquier. El río Waitomo discurre lento por las gritas y cavernas milenarias, horadando la roca calcárea, mientras sus aguas son iluminadas por los cientos de miles de gusanos que descansan en las cúpulas de las cuevas de Nueva Zelanda, iluminando la naturaleza e iluminando nuestro asombro.
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