J.J.D.R
Cuerpos perfectos sobrevuelan la estancia. Cientos de gestos y formas detallan cada rincón de la capilla. Seres de un mundo glorioso, legaron en la imaginación del artista inmortal, la mágica fórmula para llegar a transformar la divinidad del ser en contornos, colores y fisionomías humanas hasta el momento nunca vistas.
La chispa de la perfección prendió en la mente adecuada y el momento preciso. El fuego encendido tras la chispa, generó un incendio de locura e ingenio absoluto que, tras ser sofocado por el talento y la perseverancia de un genio loco, dejó cenizas de arte que fueron convertidas en únicos y bellos seres celestiales de la mano y obra del genio de genios absoluto…Miguel Ángel Bounarrotti.
LA CREACIÓN DE ADÁN (DETALLE) |
Sixto IV, perteneciente a la familia De La Rovere, decidió restaurar una antigua estancia papal, aplicándole las medida que tuvo tiempo atrás el Sancta Sanctorum que albergó el Arca de la Alianza en el Templo de Salomón. Como la santa reliquia del sabio rey no estaba disponible, se contentó con llamar a los mejores artistas del momento en tierras de Florencia y Umbría, para que decorasen la capilla con su arte en forma de frescos. Salidos de los talleres del ilustre Verrochio, grandes maestros como Perugino o Botticelli, aceptaron la propuesta del papa y se afanaron en llevarla a cabo.
BÓVEDA DE LA CAPILLA SIXTINA |
La composición de la obra de los artistas ilustró las paredes de la capilla con escenas de Cristo y Moisés, en la parte inicial y, en la superior, con los retratos de los primeros papas de la historia. Para el techo de la estancia, en un principio, se diseñó y ejecutó una bóveda celeste que representaba el cielo estrellado como era costumbre y gusto en la época.
Pero la estancia, a pesar de la magnificencia de los frescos impregnados por tan grandes genios, aún estaba inacabada para los ojos de Julio II, sobrino de Sixto IV.
RECONSTRUCCIÓN DE LA CAPILLA |
Su idea era cubrir la bóveda estrellada de la capilla con imágenes de los doce apóstoles, y decide encargar la obra al afamado escultor y pintor Miguel Ángel. La idea de dedicar su tiempo a la pintura no agrada a Buonarroti, pues él se siente escultor y no pintor.
En mayo de 1508 Miguel Ángel comienza los dibujos que posteriormente trasladará a la capilla. El artista no es amigo de trabajar con ayuda en sus creaciones. De hecho, Miguel Ángel, tuvo pocos amigos en su vida, dado su carácter huraño e irascible. Pero la bóveda de la capilla sixtina es enorme y recurre a la colaboración de algunos adelantados aprendices y al talento de Francisco Granacci, amigo de juventud en la escuela de Girlandaio.
Para la preparación de los frescos, Miguel Ángel diseña un andamio de 20 metros de altura anclado en las paredes, en el que pasará los siguientes cuatro años de su vida dedicado en cuerpo y alma en la creación de sus frescos.
La pintura al fresco requiere de una perfección y rapidez absoluta. Sus ayudantes se encargan de aplicar la capa de cal y puzolana sobre la pared. A continuación se delimita la zona que se va a pintar ése día con cuerdas de colores. Previamente Miguel Ángel ha dibujado en cartones los personajes de su obra en la escala definitiva. El cartón con el dibujo es alzado al andamio y emplazado en la zona delimitada con las cuerdas de colores. Una vez la ubicación es correcta, usando un punzón, se taladra el contorno del dibujo perforando mediante puntos la pared, dejando la huella de la silueta impresa en la cal fresca. Una segunda mano de yeso provoca que el carbonato cálcico haga que los colores queden fijados.
Es en éste instante cuando la mano diestra y firme del artista ha de actuar. Ha de ser rápido y eficaz, ya que depende del tiempo de secado de la pared para fijar el dibujo, momento que en la época era conocido como jornada, por ser el periodo de trabajo posible en un solo día. Para acelerar el proceso, sus ayudantes mezclaban los colores a petición del maestro. Una vez acabado el dibujo en la pared, cuando ya estaba seca la superficie, Miguel Ángel se encargaba de corregir errores y perfeccionar las sombras y los contornos de sus creaciones.
Tras su primer año de trabajo en la bóveda de la capilla sixtina, sus colaboradores regresaron a Florencia quedándose tan sólo con algunos aprendices noveles que le ayudaban en tareas de menor importancia.
MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI |
El tamaño enorme del andamio que tuvo que utilizar, taponó la entrada de luz en la estancia, haciendo que el maestro tuviese que trabajar la mayor parte del tiempo bajo la luz de velas en lo alto del andamio. Así estuvo cuatro largos años. Comía y dormía jornadas enteras en la estancia papal. Las figuras crecían y se extendían por la bóveda de la capilla, bajo la atenta mirada de Julio II, que gustaba de interrumpir el trabajo de Miguel Ángel. El artista era poco amigo de las visitas. Para colmo, las sumas pactadas por el trabajo se demoraban y Julio II le presionaba para que acabase el trabajo lo antes posible.
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SIBILA |
El proyecto inicial del papa se vio modificado abruptamente por la capacidad e ingenio de Miguel Ángel, que creó un universo repleto de seres magníficos. David y Goliat, Judit y Holofernes, o los antepasados de Cristo, Tosías, Ezechias, Naasón o Aminadab.
Pintó nueve historias del Antiguo Testamento, que rodeó de doce lunetos con imágenes de Sibilas y profetas, distribuidos entre una sucesión de grandiosos arcos de triunfo. En la parte central, destacó la separación de la luz de las tinieblas, la creación de los astros, la separación de la tierra y el agua, o la tan afamada creación de Adán, considerada por muchos como la gran obra del arte de todos los tiempos.
ADÁN |
Ante la culminación de la obra del artista, el mundo volvía a sentir la fuerza del arte de un Genio con mayúscula. Nunca antes se vieron cuerpos tan extraordinariamente anatómicos y perfectos en el arte. Los músculos de los miembros, los rostros marcados, venas que parecen saltar de la piel, huesudas manos, y pies desnudos y perfectos se desparraman sobre un cielo perfecto de dioses y divinidades ancestrales.
De nuevo Miguel Ángel. Otra vez, el gran maestro, alumbraba con su inagotable imaginación y destreza una obra cumbre en la historia del arte.
Satisfecho con su trabajo, quizás, pensó que nunca más volvería a pintar, y dedicaría el resto de sus días a horadar con su cincel el duro mármol que tanto amaba.
Pero, de reojo, en sus años subido en el andamio, seguramente se fijó en la pared del altar de la capilla. Aquella pared que quedó ajena a su mano y su ingenio, le daría un respiro, largos años de descanso en los cuales se dedicó a incrementar su inmortalidad entre mármoles eternos, mientras el tiempo dañaba sensiblemente su fortaleza física.
DIOS CREANDO EL SOL Y LA LUNA |
Hasta que, un nuevo papa, decidió un nuevo destino para él y para aquella pared irregular del altar de la capilla sixtina. Su vida, por entonces ligada ya a un cuerpo envejecido, quedaría sellada definitivamente a los muros de la estancia vaticana.
En 1534 Miguel Ángel llega a Roma. El papa Clemente VII le había hecho llamar para encargarle un nuevo trabajo en la capilla sixtina. Cuando Miguel Ángel acudió el papa acababa de fallecer. En su lugar, Paulo III Farnesio, calzaba ya la tiara pontificia.
El trabajo que designa a Miguel Ángel es la restauración y decoración de la pared del altar de la capilla sixtina. Han pasado 23 años desde que el artista acabase la bóveda de la capilla y su cuerpo vaga inexorablemente ante una vejez dolorosa y llena de achaques con 66 años de edad.
De nuevo el reto de una gran obra se cierne sobre su persona. Otra vez la sixtina pone a prueba su genio innovador y su arte descomunal.
DETALLE DEL JUICIO FINAL |
El 18 de mayo de 1537 comienza la obra en la estancia. Después de picar los dos frescos que aparecían en la pared, para dar mayor perspectiva a la obra que se gesta en su cabeza, inclina la superficie del muro para darle mayor profundidad.
El tema referente que tiene que plasmar es el juicio final. El destino del hombre desde la creación hasta que cristo resucitado premia a los justos con el cielo y condena a los injustos a las calderas del averno.
A derecha e izquierda, ascienden los resucitados junto a los ángeles. En la parte central, aparece un cristo enérgico y autoritario, junto a la virgen María, rodeados de apóstoles, beatos y otras figuras del Antiguo Testamento.
En la parte baja del mural, los condenados caen en las garras del infierno. Caronte subido en su barca infernal, espera que se llene de desdichados condenados, que arderán en la llamas del infierno.
LA BARCA DE CARONTE |
Falta poco para que la obra esté concluida.
Es el año 1540 y, Miguel Ángel, sufre la visita del papa y una multitud de prelados, entre los que se encuentra el Cardenal Caraza y Biaggio de Cesena maestro de ceremonias del papa. El cardenal acusó a Miguel Ángel de inmoral al mostrar tanto cuerpo desnudo en la capilla sagrada. Biaggio, quien no estimaba en nada la figura de Miguel Ángel, atacó ferozmente al artista. En su diatriba, llegó a confesar que, el juicio final pintado por Michelangelo le parecían figuras para ser mostradas en baños y tabernas, nada aceptables dentro de las estancias papales.
Fueron muchos los que estuvieron de acuerdo con las palabras del cardenal que, años más tarde, verían la desnudez de aquellos cuerpos corregida. Pero la venganza, dicen, es plato que se sirve frío. Y Miguel Ángel preparó debidamente su sutil venganza contra Biaggio de Cesena, pintándolo como Minos -juez del infierno-, con sus enormes orejas de asno, y una enorme serpiente abrazando su cintura mientras su boca abierta está apunto de morder las partes nobles del maestro de ceremonias.
BIAGGIO DE CESENA COMO MINOS |
Los cuerpos ascienden y descienden por la pared con sutil elegancia y destreza. Toda figura en la composición de la obra ocupa un espacio esencial. No hay una imagen discordante, un cuerpo que se desdibuje sin sentido. Toda la composición se ciñe exactamente a un plan previamente establecido por el maestro.
El día 31 de octubre de 1541 se descubrió la obra de Miguel Ángel.
El resultado es una apoteosis de color y belleza. La pared de la sixtina deslumbra cegando la mirada del espectador.
AUTORETRATO DE MIGUEL ÁNGEL COMO SAN BARTOLOMÉ |
Un mes antes de la muerte del maestro, en enero de 1564 en el concilio de Trento, se aprobó la solicitud de tapar las partes intimas de los personajes del juicio final. El trabajo se designó a Daniel de Volterra, quién sería posteriormente conocido como Il Braghettoni, o pintacalzones.
LA OBRA DESPUÉS DE SER RESTAURADA POR IL BRAGHETTONI |
La capilla sixtina fue sometida a su última restauración en los años 1990-1994. Tras los trabajos realizados en los frescos, recobró sus magníficos colores, y todo el vigor y la fuerza de una de las obras cumbres del arte de todos los tiempos.
Al entrar en la estancia vaticana, uno siente un escalofrío intenso cuando, al alzar la vista hacia el cielo, se pierde en un mundo aéreo de divinas formas y escenas arrancadas de un sueño.
La gente se apretuja en la sala. Los guardias de uniforme, y los que pasean junto a ti, te apremian para que salgas lo antes posible. La gente espera fuera. Largas colas de visitantes llenan las horas del día para admirar la obra del maestro de maestros.
No es posible. No es justo. Una obra infinita, un monumento a la perseverancia y el amor por el arte, tan sólo puede ser admirado por espacio de vagos segundos.
El privilegio, como ocurre siempre con todo lo maravilloso y extraordinario del mundo y la vida, queda acotado para unos pocos.
Gracias a las nuevas tecnologías, aunque carente de la sutil realidad de las cosas, nos brinda la posibilidad de acercarnos tranquilamente a lugares y objetos sin movernos de casa. En punto alguno tiene comparación con la realidad, como es lógico pero, al menos, podemos deleitarnos tranquilamente ante la obra del que bajo mi humilde opinión, ha sido y será el mayor genio del arte de todos los tiempos, el inigualable Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni.
El siguiente enlace es magnífico. Podemos acercar y alejar la imagen a nuestro antojo, centrando nuestra mirada en cualquier punto de la capilla sixtina.
http://www.vatican. va/various/ cappelle/ sistina_vr/ index.html
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